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La fábrica

La fábrica

10/02/2024

El muro no deja ver las vitrinas que el paso del tiempo resquebrajó, las sombras de presencias errantes, el brillo de matices dorados. Una puerta llena de herrajes se abre e ilumina la visión. Es un mundo el que oculta la muralla, es un enorme pedazo de tiempo. Máquinas en desuso, espectros de un pasado ancestral, cenizas de sacrificios que naufragan en el mar de cristales. Ciego el destino. La máquina ha callado para siempre, ha devuelto a su estatura la materia palpable, su origen de cosa carente de función.

Intento sin resultados imaginar qué hacer con esos preciosos encajes, con las cintas bordadas, con los ovillos de algodón de soberana belleza. Hay un altar vacío, la imagen sagrada se ha fugado para siempre. La riqueza, ahora intangible, yace amontonada en sitios aleatorios que nadie visita: mosaico irreverente de un tiempo muerto, adolorido, marginal. ¿Dónde quedó el sonido de los telares, de las risas, de la conversación cotidiana en el taller? ¿A dónde irán a parar esas pesadas estructuras de hierro y su andamiaje otrora milagroso? ¿Qué persiste en cada rincón del relato pretérito?

Languidece la boca, quizá tomar una taza de café, sentir que la vida continúa, que todo se va al mismo tiempo que regresa en la memoria, como remolino que no se detiene, en la alfombra vegetal del paisaje que recibe el paso de los años, en el lenguaje que es nuestro, en el armado eterno del poema.