Acerca de la superioridad expresiva del mundo “latino”
Ciudad de México, 14 de julio de 2022
Pienso que existe una ostensible asociación entre seducción y poder. Mientras menos poder se cree detentar, el ejercicio de la seducción se torna patente. Recientemente he observado un encuentro de artistas visuales de diversas latitudes y raíces culturales y me ha quedado claro el despliegue ostentoso de una gestualidad desbordada por parte de quienes provenían del llamado ”tercer mundo”, en comparación con la parquedad expresiva de creadorxs “primermundistas”.
En este sentido, y sin ánimo de reducir las condiciones de posibilidad de un tema por demás complejo, estas observaciones pondrían en crisis la extendida idea de la “superioridad expresiva” de las personas denominadas “latinas” u originarias de países “subdesarrollados”. Cabría una reflexión sobre los orígenes de estas diferencias que ponen de manifiesto sociedades con un alto grado de desigualdad económica, cultural y política.
Al respecto, he escuchado en repetidas ocasiones por parte de personas que han viajado desde nuestros países a Europa Occidental comentarios relacionados con una supuesta “superioridad afectiva” de quienes se autodenominan “latinos”, en comparación con la “frialdad” de quienes proceden de Europa, a menudo refiriéndose a franceses, alemanes y británicos cuyo comportamiento escueto y poco demostrativo les haría seres inferiores en este sentido.
Llama no obstante la atención la gran superioridad que se les adjudica en el campo intelectual, político, social y cultural, asunto que les hace merecedores de una admiración igualmente indiscriminada, poco reflexiva y plagada de un eurocentrismo irracional. Los mismos que demeritan el potencial emocional de los habitantes del llamado “primer mundo”, no dejan de asimilarse al pensamiento y prácticas culturales provenientes de esas zonas, a las que se les atribuye el origen legítimo de la “alta cultura”.